El personal del Hospital de Ebomé, en Camerún, contempló un «pequeño milagro» hace dos años. Zoe nació con un peso de 500 gramos, y los sanitarios no creían que pudiera sobrevivir. Fue entonces cuando decidieron, sin grandes esperanzas, poner al bebé en la incubadora In3ator, que habían recibido poco tiempo antes. Pero hace apenas un mes, Pablo Sánchez, presidente de la Asociación Medicina Abierta al mundo y uno de los creadores del dispositivo, viajó al país africano para llevar más equipos médicos. Y allí, pudo ver al pequeño en brazos de su madre. Zoe había superado la prueba que la vida le había puesto nada más llegar al mundo.

Tras graduarse en Ingeniería Industrial por la Universidad Pública de Navarra, este joven pamplonés trabajó para la empresa telefónica BQ en Madrid, donde permaneció cuatro años. Hoy recuerda sus días en la capital española con nostalgia, ya que allí conoció el proyecto que marcaría su vida. Un compañero de la oficina le habló sobre el trabajo de fin de máster de un visionario llamado Alejandro. Se trataba del In3ator, una incubadora de bajo coste y de código abierto para los países donde la alternativa es «una caja de zapatos». La idea lo cautivó y se involucró a fondo.

«Curro, incubadora, pádel y cerveza. Ese es mi día a día»

Pero llegó la pandemia, y su compañía cerró. Entonces recibió una oferta laboral de IED Electronics, donde trabaja desde hace más de un año y medio. Y, aunque en un primer momento se mostró receloso de dejar Madrid, optó por volver a la Comunidad foral. «IED se enteró de la iniciativa en la que estaba involucrado y empezó a colaborar conmigo. Me facilitó un ingeniero para que me ayudara con el desarrollo y me echó una mano con la producción electrónica de las incubadoras. Durante ese tiempo, estuvimos en contacto y sus responsables volvieron a proponerme un puesto en la empresa. Y, esa vez, decidí aceptarlo», relata a ValoresTOP.

Actualmente, la empresa navarra sigue colaborando con este proyecto solidario, proporcionando la financiación del material electrónico y cooperando en su fabricación. «No me da la vida para todo lo que a mí me gustaría», admite, Pablo, de 29 años. Pero aun así, compagina su vida profesional con su labor más solidaria. «Curro, incubadora, pádel y cerveza. Ese es mi día a día. Trabajo de siete a tres en IED diseñando un equipo fotovoltaico para dar electricidad a zonas que están aisladas. Gano dinero y me lo gasto después, por las tardes, haciendo incubadoras para los países más necesitados», bromea.

Pablo pudo abrazar a Zoe en su último viaje a Camerún.

El proyecto de la incubadora low cost, que se dio a conocer en 2014, fue cobrando forma gracias a que varios ingenieros especializados en distintas ramas aunaron sus ‘expertises’ con el fin de salvar vidas.

Durante varios años, trabajaron para que aquella idea gestada como un trabajo de fin de máster se convirtiera en realidad. Pero llegó un momento en el que las propias ocupaciones diarias de las personas involucradas dificultaron la evolución de la iniciativa. Y, al final, fue Pablo quien se quedó al mando. «Me enamoré hasta las trancas del proyecto y decidí seguir adelante con él. De hecho, he dejado pasar oportunidades profesionales por seguir con esto. Quise darle prioridad y me fui quedando solo, aunque siguen echándome una mano siempre que pueden», remarca.

Por eso, cuando regresó a Pamplona transformó el proyecto en un «producto local»: «Se lo trasladé a mis amigos, conocidos y familiares para formar un grupo de voluntarios de aquí y que todo fuese más fácil». Hasta que, en 2019, se lanzaron a crear la Asociación Medicina Abierta al Mundo. Su padre, abogado, le ayudó en todo el proceso.

Una vez instalado en Navarra, Pablo consiguió que Salesianos Pamplona y Ayuda Contenedores se sumaran a la iniciativa en 2020. La primera entidad ya está fabricando incubadoras, mientras que la segunda se encarga de la logística y distribución de estas. Además, recientemente Salesianos ha ampliado la iniciativa a todos sus centros del país.

LA PRODUCCIÓN CRECE

@valores_top 🔴 #ValoresTOP | Pablo Sánchez es una incubadora de solidaridad. Este ingeniero pamplonés de 29 años compagina su trabajo en #IEDElectronics con el #voluntariado. En concreto, es el presidente de la Asociación #MedicinaAbiertaalMundo, que fabrica #incubadoras#lowCost’ y de código abierto para países donde la única alternativa a estos equipos es «una caja de zapatos». Un proyecto en el que cuenta con el apoyo de @SalesianosEs y #AyudaContenedores. «Contamos con más de cien, de las cuales 75 ya están en funcionamiento en distintas partes del mundo. Y, para este 2023, estimo que conseguiremos otras cien», augura. #NavCapital #PabloSánchez #voluntariado #voluntariadointernacional #solidaridad #Emprendedores #Emprendedor #altruismo #altruista #valoreshumanos #valores #ayudahumanitaria #AyudanosAAyudar #solidarity #ONG ♬ Keeping Your Head Up (Jonas Blue Remix) [Radio Edit] – Birdy

Durante ese primer año, produjeron dieciséis equipos. A mediados de 2021, gracias al apoyo de la red nacional de Salesianos, llegaron a cuarenta. Y, en 2022, a sesenta. «En total, contamos en la actualidad con más de cien, de las cuales 75 ya están en funcionamiento en distintas partes del mundo. Y, para este 2023, estimo que consigamos otras cien gracias la dedicación de los jóvenes estudiantes», augura.

Con esta colaboración a tres bandas, se materializaron los primeros envíos. Hicieron algunos antes de 2020, pero no se contabilizaron al realizarse con personas cercanas que se marchaban a algún país en vías de desarrollo para ejercer como voluntarias. Por eso, la primera expedición reconocida se llevó a cabo al hospital camerunés donde salvaron la vida de Zoe. Aunque la mayoría de las incubadoras se encuentran en África (Camerún, Ghana, Malí, Kenia, Sierra Leona, Cabo Verde, Mozambique…), también mandaron tres a Latinoamérica y diez a Ucrania, donde ahora prevén enviar otras tantas.

Una vez en su destino, Pablo controla todas las incubadoras en tiempo real desde el «laboratorio» que ha creado en su casa. De esta forma puede alertar al hospital con rapidez si detecta alguna anomalía en un equipo.

 LA INCUBADORA IN3ATOR

«Tiene dos finalidades; la principal, salvar vidas allá donde se necesite; y, además, fomentar el altruismo. Su inconveniente es que las incubadoras no se fabrican a la misma velocidad que si fuésemos una empresa, pero compartimos una ilusión que mueve a muchísima gente», resalta feliz.

El coste de una incubadora In3ator, sin contar la mano de obra ni los gastos de electricidad, asciende a 350 euros. Y consta de tres partes: la estructura, las piezas de impresión 3D y la electrónica. Los equipos habituales, en cambio, tienen un precio de 35.000 euros. «Sería difícil estimar su coste si contáramos la mano de obra. Su construcción es relativamente sencilla para que haya algo intermedio entre una caja de zapatos y una incubadora profesional», precisa.

El proyecto, en un principio, echó a andar gracias al dinero de las personas involucradas en la iniciativa. Ahora es la ONG destinataria de la incubadora la que paga el dispositivo. Pero, gracias a las donaciones que reciben a través de la página web Medical Open World, también obtienen financiación para continuar con el proyecto. Además, los planos de las incubadoras están disponibles para todo el mundo, con la intención de que cualquier persona interesada pueda fabricarlas.