El comercio local acelera su digitalización para garantizar su supervivencia. Marta González lo sabe y, quizás por eso mismo, es una referencia en ese campo. Esta corellana de 33 años fundó hace casi una década Departamento Shop, una tienda donde inicialmente vendía menaje de cocina pero que, poco a poco, se ha diversificado. De hecho, ahora también comercializa accesorios de mujer y artículos de decoración para el hogar. Una expansión en la que juegan un papel clave las redes sociales. A través de Instagram y YouTube, donde acumula 43.200 seguidores y 1.260 suscriptores respectivamente, ha logrado que personas de distintos puntos de España, Francia e incluso México se conviertan en clientes.

@valores_top 🔴 #ValoresTOP | La comerciante de #Corella que vende en #España, #Francia y #México gracias a #Instagram. Marta González, de 33 años, abrió Departamento Shop hace diez años en la calle Cañete de la localidad. Gracias a las redes sociales, por las que apostó durante la pandemia, su tienda, especializada en #decoración, #menaje y #accesorios de moda para mujer, ha experimentado un gran incremento de la actividad. En Instagram, donde recibe el 60 % de sus pedidos ‘online’, cuenta con 43.200 seguidores, y su canal de #YouTube suma más de 1.260 suscriptores. Incluso le trasladaron una propuesta para abrir una franquicia en otra localidad española, pero declinó la oferta. #NavCapital #Emprendimiento #EmprendimientoNavarra #Emprendedora#departamento_shop ♬ sonido original – ValoresTOP | Navarra Capital

González siempre tuvo claro que quería emprender. Pero antes de dar el paso, trabajó como empleada en tiendas como Decathlon. «Allí no te dejan expresarte, está todo muy pautado», analiza para ValoresTOP. De esta forma, en 2014 decidió abrir su propio negocio en la bajera de su casa familiar de Corella, situada en la calle Cañete de la localidad. Su padre, ya fallecido, había regentado anteriormente un comercio de ropa: «Para él, esto sería la leche. Es una rama totalmente diferente, pero soy vendedora en sangre. Ahora, mis dos hijos, Gonzalo, de dos años, y Nicolás, de ocho, también desean estar en la tienda. Ojalá en un futuro puedan gestionarla».

Con la ayuda de su marido, Antonio Arellano, y su madre, Teresa Gil, habilitó un local donde invirtió 50.000 euros. «Ellos me motivaron a abrir la tienda, a pesar de que nadie daba un duro. Mi marido era constructor y me ayudó con la obra. Nos parecía un lugar del que se podía sacar mucho partido. Y así fue. Estaba hecha a mi medida, aunque dejamos la puerta abierta a que, si no funcionaba, pudiera servir como txoko«, agrega.

En los comienzos, el establecimiento también acogió talleres de cocina y pintura. Poco a poco, se fue adaptando a la necesidades y gustos de los clientes hasta convertirse en un reconocido comercio: «Lo llamamos así precisamente por las actividades que organizábamos. Fuimos fluyendo…», rememora.

La temporada de mayor actividad se concentra entre octubre y enero, durante la campaña de Navidad. Solo en esos meses, opera también en un segundo local más amplio, ubicado en la calle Mayor y donde antiguamente se emplazaba el negocio de su padre. Allí suele montar una completa exposición con todos los artículos propios de esta época del año. «Ahí suelo contar con la ayuda de mi tía a tiempo parcial, aunque de normal hago todo el trabajo», apostilla.

EL GRAN PASO DE INTERNET

La pandemia espoleó el comercio online. De ahí que González decidiera reinventarse y comenzara a realizar vídeos en Instagram, donde mostraba su stock: «Fue un éxito. Todo el mundo, al estar en su casa, comenzó a decorarla. La gente empezó a cuidar esos detalles que no se valoraban antes. Ahí vi el gran cambio. Los clientes no se creían todo lo que podía salir de esta tienda pequeña, no parábamos. Había días en los que facturábamos 10.000 euros».  Una situación muy dispar a la prepandémica, cuando realizaban de media un pedido online al mes.

Desde entonces, Instagram se ha convertido en el principal escaparate para González. De hecho, el 64 % de sus clientes online proceden de la propia red social. «Día que no sales en Instagram, día que no vendes», remarca. Además, también publica vídeos en YouTube, aunque en dicha plataforma se dirige más al público amante de la moda.

Con el vídeo del inicio de la campaña navideña, González logró más de 350.000 visualizaciones en Instagram.

Aunque no tiene claro cómo ha logrado semejante notoriedad, cree que la clave reside en su forma de ser. “Tanto la imagen personal como la de la tienda son muy importantes. En mis vídeos me muestro natural y cercana con la gente. Trato de ser transparente, sin filtros. Me gusta ser tal y como soy”, resalta.

Además de haberse formado de manera autodidacta, edita todos sus contenidos sola, por lo que su mérito aún es mayor: “Suelo hablarlo con mi madre. En estos diez años, he aprendido a leer en italiano e inglés, a gestionar una página web, a sacar fotos… Al final, cuando estás dentro de este mundo vas aprendiendo, aunque al principio se te escapan cosas. Ahora lo tengo todo más atado”. Eso sí, destaca que en la gestión de su web cuenta con el apoyo de Ricardo Félix. Un canal en el que recibe una media de sesenta pedidos mensuales.

DE CORELLA AL EXTRANJERO

González tiene por norma general no vender «aquello que no compraría». Y, para diferenciarse de la competencia, busca productos originales y «naturales». Así, el 40 % de su stock procede de países europeos como Francia, Inglaterra o Dinamarca.

Su éxito está siendo de tal magnitud que, además de vender en distintos puntos de España, también lo está haciendo en el extranjero. Por un lado, tiene una clienta «muy recurrente» en México, donde triunfan «sobre todo los artículos de madera y fibras naturales». Pero, además, también se está posicionando en Francia.

Para potenciar esta línea de trabajo, González invierte «mucho tiempo» en la elaboración de su catálogo online. «Las descripciones de los productos son perfectas. Luego, en los vídeos, explico las sensaciones que me transmiten y los lugares a los que me llevan», remata.