En el número 39 de la pamplonesa calle de Uztárroz, medio centenar de paquetes se amontonan en una mesa a la espera de que Mikel Iriberri y Carlos Martínez salgan a repartirlos por las calles de Pamplona. Ellos son dos de las tres patas de Ziclo-p, una nueva cooperativa ciclologística. El tercer socio es Remi Brard y, en estos momentos, buscan a un cuarto para hacer crecer la cooperativa.

Actualmente ocupan este local en el barrio de la Rochapea. Y lo comparten con otras dos cooperativas, Segundo Ciclo e Iruziklo. La primera es una tienda-taller de bicicletas de segunda mano y la segunda una academia especializada en formación sobre movilidad. Las tres conforman Ciclolab, un espacio donde la bicicleta es la gran protagonista.

Ziclo-p echó a rodar en julio del año pasado gracias a la ilusión de cuatro amigos y a su amor por la bicicleta. “Al principio, estábamos Remi, dos chicos argentinos y yo”, rememora Iriberri. Remi y él se encontraban en paro. Por eso, decidieron poner en marcha su propio negocio de reparto de comida. No obstante, en estos meses la actividad se ha diversificado y ya hacen repartos de comercio local y de última milla.

Mikel Iriberri: “De jueves a viernes tenemos algo de paquetería fija, que nos da una estabilidad, y el fin de semana hacemos más reparto de comida”.

Precisamente, en esos comienzos conocieron la aplicación y plataforma Coopcycle, que está orientada a la economía solidaria y a la creación de cooperativas de reparto en bicicleta. “Si creas una cooperativa o microcooperativa en una capital de provincia, te ceden la aplicación a cambio del 2 % de los beneficios, que al final es algo simbólico”, explica Iriberri.

Más adelante apareció Martínez, quien se había formado en el cooperativismo. Fue entonces cuando se quedaron como socios los tres actuales. Este primer año ha sido “más complicado” de lo que esperaban. Arrancaron en pleno verano, justo en los peores meses para el food delivery. “Pensábamos que en septiembre iba a pegar un subidón, pero no fue tan grande”, lamenta Iriberri.

Pero Martínez se muestra más optimista: “Tampoco nos ha ido tan mal”. De hecho, a partir de septiembre fueron incorporando las otras líneas de negocio. “Hemos ido consiguiendo trabajo, poco a poco, hasta abarcar todos los ámbitos en los que estamos ahora. De jueves a viernes tenemos algo de paquetería fija, que nos da una estabilidad, y el fin de semana hacemos más reparto de comida”, concreta Iriberri. Además, colaboran con la cooperativa de Vitoria para repartir la revista Argia.

Los socios han adquirido tres bicis cargo, que permiten llevar hasta 80 kilos de peso.

Martínez explica en qué consiste el reparto de última milla: “Se refiere al último tramo que recorre el paquete desde que llega a Pamplona hasta tu casa”. Dentro de esta línea de actividad trabajan con Koiki, una empresa que busca convertir las últimas millas en sostenibles. “Ellos, a su vez, lo hacen con varias empresas como Seur DHL“, puntualiza.

Carlos Martínez: “Repartimos última milla en Rochapea, Buztintxuri y Artica, pero queremos llegar al Casco Antiguo para sacar las furgonetas de las calles”.

Precisamente, uno de sus retos para 2022 consiste en hacer llegar este servicio a más barrios. “Ahora mismo, repartimos última milla en Rochapea, Buztintxuri y Artica”, concreta. Pero quieren llegar al Casco Viejo porque “es ahí donde más se necesita sacar las furgonetas de la calle”.

Por otro lado, en el ámbito de la comida a domicilio esperan seguir dándose a conocer para llegar a más personas. “Al final es difícil competir con empresas que se gastan millones en publicidad”. En este segmento, Ziclo-p sí reparte en todos los barrios de Pamplona.

TRES BICICLETAS CARGO

Al principio, la inversión fue pequeña: “Inicialmente, utilizábamos nuestras propias bicicletas. Tuvimos que comprar las cajas térmicas, pero poco más”. No obstante, en los últimos meses han incorporado tres bicicletas cargo, procedentes de Dinamarca. Cada una de ellas cuesta entre 2.500 y 3.000 euros.

“Ha sido fundamental contar con las ayudas del Gobierno de Navarra para cooperativas”, agradece Martínez, quien confiesa que, de no haberlas recibido, les hubiese resultado muy difícil adquirirlas. “Con ellas podemos transportar cargas de hasta 80 kilos”, concreta. Pero más allá de la financiación, encontraron otros obstáculos para hacerse con ellas: “Con la pandemia, explotó el mercado de las bicis y era muy complicado encontrarlas”. Y eso hizo que, durante un tiempo, no pudieran asumir algunos trabajos.

Por suerte, en noviembre la cooperativa de Vitoria les prestó una con la que pudieron apañarse hasta conseguir las suyas. “Sin el apoyo de las demás cooperativas y su sabiduría habría sido imposible sacar adelante esto”, concluye Iriberri.